"Ninguna fuerza doma, ningún tiempo consume, ningún mérito iguala, el nombre de la libertad."

lunes, 17 de octubre de 2011

Recuerdo ahora el Primer Día en Florencia

Llegué a la ciudad que da sentido a esta web el 8 de septiembre de 2011. Estamos a más de 30 días de distancia. Pero si el tiempo se midiera por acontecimientos y no por días, probablemente parecería que llevo aquí mucho más.

Todo comenzó con cuatro sevillanitos llegando a la estación de Santa Maria Novella y caminando por las calles de una ciudad nueva con maletas. Mis compañeros Clara, Alfonso, Pedro y yo llevábamos todo el día de viaje, desde que cogimos el vuelo Sevilla-Pisa. Nuestra cara cuando, cansados, demacrados, cargados con maletas y buscando la que sería nuestra nueva casa, nos encontramos de repente con la plaza del Duomo, fue poética. Bocas abiertas y ojos casi en blanco al intentar abarcar con la mirada la preciosa fachada de blanca, verde y roja de la catedral junto a la gigantesca cúpula de Bruneleschi y el Campanile de Giotto.

Sabiendo que no debíamos detenernos, proseguimos el camino que yo había memorizado en Google Maps y que Clara había recorrido dos meses atrás: debía llegar hasta la cúpula del Duomo y tomar la primera a derecha (Via del Proconsolo) hasta Via Ghibellina, girar a izquierda y buscar el número 80.

Enfrente del número 80 estaban las dos agentes de la inmobiliaria con las que habíamos quedado. Una de ellas era Nicoletta Pinni, quien había enseñado a Clara el apartamento de Via Ghibellina meses antes.

Subimos al apartamento. Justo como vi en el vídeo que había grabado Clara. Un pasillo muy largo. Dos habitaciones a la derecha. Una a la izquireda. Dos baños a la izquierda. La cocina al fondo. El salón al final.

Entramos en un cuarto y, aunque estábamos cansados, debíamos ver el contrato. Lo repasamos punto por punto, hablamos ciertas cosas como la conservación del piso y la fianza -según nos comentaron, nuestros antecesores habían dejado diez bolsas de basura en la cocina.

Tras un exhaustivo análisis del contrato, pagamos la fianza y la primera mensualidad y se fueron. Ya era de noche, así que queríamos buscar un sitio para comer. Bajamos y cerca de casa encontramos un sitio donde hacían las pizzas in situ. Con las manos en la masa, echándole tomate, basilico y partiendo la mozzarela con las manos. Dos minutos en el horno de leña y a nuestras manos.

Para tener un buen recuerdo de nuestra primera noche en nuestra nueva ciudad, optamos por comérnoslas en el sitio que representa todo lo que es Florencia: la plaza del Duomo. Así, con tres pizzas y cuatro cervezas, comenzó esta historia.

Ya hace más de un mes de aquéllo y no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Todo me sirve como experiencia. Y nada que te haga más sabio debe ser motivo de arrepentimiento.

Ésto es Erasmus Firenze. Y ya está.